Por: ALVARO ZULETA CORTES*.

Resultan curiosos los resultados de la globalización. Desde las últimas décadas del siglo pasado los países Europeos, y sobre todo los Estados Unidos, se lanzaron a poner en marcha un nuevo modelo político y económico llamado neoliberalismo.

Una concepción nueva que pretendía instaurar en el planeta entero una forma de organización neo-capitalista, donde tanto los individuos como los países mismos se vieran abocados a nueva lógica de movimientos de capitales y de búsqueda de los mismos en cualquier lugar del globo.

Así, la recién estrenada revolución informática permitía también un avance en las comunicaciones único: de repente las distancias se hicieron cortas y las telecomunicaciones por satélite abrieron el campo a infinitud de comunicaciones privadas y públicas y las redes de internet desplazaron la comunicación telefónica y el planeta resultó conectado de manera casi inmediata.

Casi sin darnos cuenta los seres humanos entramos a una nueva era y la tecnología sirvió  para aumentar el capital.

La lucha por imponer el mismo derrumbó regímenes socialistas y convirtió a Europa en una sola, fragmentada durante  años por las ideas socialistas y el Bloque Soviético.

También los Estados Unidos adquirieron en este panorama una hegemonía nueva y hay analistas que aun ahora le pronostican otros cien años de la misma . El mundo Soviético se derrumbó y Rusia emergió en el horizonte con un despotismo curioso y con redes mafiosas de control que habían permanecido ocultas bajo el antiguo régimen.

China se ha reconvertido en este  nuevo escenario y aunque se niega a entregar el poder político su modelo se parece cada vez mas al capitalismo de centro.

En este nuevo escenario los países se han ido reacomodando a la estructura de mercado donde las grandes decisiones se toman en centros de poder y los capitales móviles crean y derrumban o siembran el caos en economías tradicionales tocadas ahora por esta lógica de depredación y de ganancia rápida.

Los denominados países avanzados han entrado en crisis, sobre todo los Europeos y las decisiones para salir de la misma pasan por recortes sociales de tal magnitud que el denominado Estado de Bienestar se derrumba y solo queda de el algunos beneficios ganados en largas  luchas por los trabajadores.

La crisis hace recortes y ajusta los presupuestos de la gente. España pasó de ser un país de abundancia a un país de necesidad, ajustándose el cinturón  e intentando sobrevivir en la lucha con los mercados internos y externos que deciden lo que es bueno y malo para el mismo Estado Español.

Estamos ahora atrapados en un sistema creado por nosotros mismos y que se vuelve incontrolable por momentos. Los gobiernos locales hacen esfuerzos por mantenerse  y la lucha política se ha reducido a un ataque y defensa de la izquierda y la derecha que soporta el peso externo del capital que decide.

El estado se ve también debilitado y la misma Unión Europea resulta precaria para mantenerse a flote intentando paliar las perdidas permanentes del mercado y mantener las llamadas primas de riesgo para los diferentes  países de la Unión.

Pero ¿Si el centro se debilita que pasará con la periferia?

Si muchas cosas se definieron con base en el poder de los denominados bloques- los Estados Unido, la Unión Europea,  China,¿ Que pasará ahora cuando estos mismos bloques se debilitan y solo intentan sobrevivir en la red internacional del mercado y una compraventa incierta que se mueve y especula por el mundo entero?

La globalización ha generado un nuevo reto.

El mundo se ha abierto y es casi imposible volver atrás. Los movimientos de capital también han permitido el movimiento del capital humano y miles de personas se lanzaron a la búsqueda de mejores condiciones de vida, escapando de regímenes corruptos y de la pobreza, -el problema del hambre y la inequidad siguen siendo la línea dominante en los denominados países en desarrollo.

Los inmigrantes,  provenientes en su mayoría de esos mismos países, han engrosado la población de los países Europeos y han cambiado muchos de los parámetros tradicionales de los mismos. Han aportado a su economía  y han hecho los oficios que ya muchos de los Españoles o los Franceses o los Alemanes no querían hacer.( Durante años se mantuvo la tesis de que los inmigrantes suplían los trabajos que los autóctonos consideraban ya indignos  o no querían realizar y que incluso eran capaces de renunciar a su formación profesional para dedicarse a oficios que en sus países de origen nunca harían, ingenieros  dedicados a la construcción, abogados dedicados al cuidado de ancianos, psicólogas haciendo oficios domésticos, un panorama donde por ganar mas dinero se estaba dispuesto a perder la dignidad.

El tratamiento dado a los inmigrantes fue desde el considerarlos casi esclavos modernos hasta la xenofobia presente en las actitudes asumidas por los patronos y por el mismo país).

De igual manera han logrado rejuvenecer un poco las cifras de población, en su mayoría el primer mundo se envejece a ritmos acelerados.

Los inmigrantes se convirtieron en los pilares básicos para una economía del ladrillo, para la agricultura y el servicio domestico.

Pero también construyeron las redes sociales internacionales  y empezaron a ser parte de las denominadas  sociedades  transnacionales que inauguraban una nueva ciudadanía global.

Se empezó a hablar de nuevos ciudadanos y a pesar de que no se logra aun imponer el concepto, los mismos analistas aceptan ya este nuevo ciudadano con dos o mas nacionalidades que tiene un país de origen y un país de destino y que pertenece a un nuevo esquema civilizado.

También los hijos han recibido el impacto de nacer y vivir en países distintos y constituyen el nuevo entorno de las minorías que se definen en las mayorías tradicionales.

Las antiguas culturas cerradas en las costumbres y tradiciones reciben el impacto de nuevos elementos y muchas de las sociedades Europeas se han sentido “tocadas” por nuevas gentes llegadas de muchos sitios del planeta.

Mas de 52 millones de personas han llegado de fuera a la Unión Europea y mas de 35 millones de Hispanos habitan en los Estados Unidos lo que genera una permeabilidad social en las costumbres socio-culturales.

Las revueltas en el Medio Oriente, resultado de pretendidos ajustes democráticos al estilo Occidental, la ortodoxia Musulmana y las guerras, sobre todo la guerra de Siria, ha lanzado afuera miles de inmigrantes y refugiados que han generado conflicto con los países vecinos y con la misma Europa que se ha visto obligada a cerrar o a disminuir el numero de personas que podía acoger en sus países.

De igual manera, la denominada Africa Subsahariana, cuyos regímenes de gobierno tampoco se definen, expulsa al año miles de inmigrantes que han causado una verdadera tragedia humana en Italia y España.

Africa vive en la incertidumbre política y la amenaza de regímenes totalitarios es permanente en la mayoría de sus países, sobre todo en el centro, occidente y oriente de su territorio. La construcción de verdaderas democracias en la mayoría de sus países es un asunto que permanece pendiente en las agendas internacionales.

Los esfuerzos de pacificación parecen chocar con los fanatismos, las intransigencias y la falta de sentido común en la construcción de naciones y de una pretendida Unión de Naciones Africanas.

Así las cosas hablar de inmigración en estas dos regiones del mundo es hablar de un drama humanitario donde está implícita la violencia, la guerra y el odio entre pueblos.

Si la globalización no era solo económica sino también política y social estaríamos ante un nuevo paradigma que abriría las puertas al siglo XXI.

Los estados nacionales han ido perdiendo su peso y a  pesar de su interés en mantenerse, la dinámica externa los hace volverse cortos en sus miras. Algunas regiones se aferran a su pasado y no quieren perder su lengua ni sus tradiciones- caso de Cataluña en España. Cierto espíritu romántico hay en ello aunque el peso de la globalización sea mayor.

El estado nacional como baluarte del siglo XIX se ha mantenido en el interés de servir de freno a cualquier tipo de anarquismo social. Como ente formal y organizador sostiene una ordenada burocracia que permite el orden y da seguridad.

El estado se ha vuelto también una carga y no responde a los intereses del nuevo orden mundial. Resiste a la dinámica global pero pierde poder en la negociación económica y política.

Mas importantes han sido los bloques regionales que cohesionan el mercado y generan cierta libertad de movimiento. El tratado de Schengen, en el caso de la Unión Europea, permitió el movimiento de trabajadores entre estados. No sobra decir aquí que las derechas que gobiernan ahora Europa han estado interesadas en restringir este derecho y volver al viejo esquema de fronteras nacionales.

El estado racional, preconizado por Hegel, ha demostrado también en la practica la irracionalidad y el sinsentido de mantener la gente prisionera en corrales civilizados y generado una ideología perversa de ser nacional de tal o cual y exclusión automática del otro llegado de fuera a tal estado.

Asfixiados por esta burocracia del papeleo y de la irregularidad miles de inmigrantes han sido devueltos a sus países de origen por no cumplir los requisitos de permanencia y los centros de internamiento para extranjeros se han convertido, en el caso de España, en verdaderas cárceles para indocumentados.

Tampoco los países de origen estaban preparados para el retorno de sus nacionales expulsados sin nada, y que alguna vez habían abandonado el país por sus propios medios  y a su propio riesgo. Hay que decir también que con sus propios recursos- la inmigración se convirtió también en un negocio rentable para las aerolíneas aéreas y para traficantes de seres humanos que se han lucrado con la necesidad de la gente para buscar visados de trabajo o para simplemente poder entrar a un país desarrollado.

Se trataría ahora de encontrar nuevos mecanismos ante el estado nacional pero la denominada crisis ha echado atrás políticas consideradas  progresistas para la integración de los inmigrantes y la construcción de una nueva ciudadanía planetaria.

El modelo neo-liberal fracasó desde su concepción llevada solo a ajustes económicos globales y a la privatización de servicios públicos, a la consolidación de la ganancia rápida y al lucro desmesurado de las elites mundiales dominantes. La burguesía tradicional transformada en una clase voraz que pretende apoderarse del planeta entero a riesgo de empobrecer regiones enteras y a convertir a países concretos en laboratorios de políticas económicas que destruyen empleo y empobrecen habitantes.

A decir de Jaques  A Gélinas en su análisis de la globalización: “los  diccionarios médicos explican que la personalidad paranoica  se caracteriza por una sobreestima patológica de sí mismo, la inadaptación social, la ausencia de autocritica, la agresividad y una arrogancia desmesurada, lo que no impide cierta claridad de pensamiento. Este es el caso de la elite de poder global , adicta al lucro como a  una droga alucinante”.

Si nuestros valores éticos resultan trastocados de tal manera y nuestro único objetivo en la vida sea ganar dinero rápido y enriquecerse con los recursos del planeta a riesgo de empobrecer a los demás. Y si todo un sistema mundial se dedica a esto amparado en una ideología multiplicada por  todos los países a través de los medios de comunicación y estimulamos hasta nuestros niños a que se acojan a este modelo de vida, entonces las elites de poder le han hecho a este planeta un daño indescriptible.

Nos hemos dedicado a destruir la naturaleza y  a destruirnos a nosotros mismos en una lógica perversa de ambición y de locura. Este esquema civilizado llevado a este plano ha generado verdaderos monstruos de la globalización que a lo largo y ancho del planeta destruyen recursos, depredan y organizan un mundo a su medida de ambición y egoísmo.

A esto nos referimos entonces cuando hablamos de ética y civilización: debemos alcanzar ahora verdaderos valores civilizados que nos permitan ser mas humanos, mas sociales, mas políticos y menos económicus.

Si la globalización no ha logrado crear hasta ahora los valores universales preconizados por filósofos europeos antes de la misma, podría ser el momento para empezar a construir una nueva ética social sin fronteras, sin países, sin estados, donde lo humano definitivamente prime.

A ello puede contribuir una filosofía política que privilegie el ser sobre el tener, no ya en espacios teóricos sino en espacios prácticos de una nueva ética  global.

Hasta ahora hemos sido tímidos en la consolidación de una ética planetaria ,  pero alcanzados los grandes avances en comunicación actuales y abiertas las redes informáticas mundiales, las redes sociales, los servidores y los sistemas de telefonía móvil a una comunicación planetaria sería también el momento de lograr un cambio de valores y abandonar una ideología dominante basada en el aplastamiento del débil y del pobre para lanzarse a la construcción de una ciudadanía universal mas plural y mas humana, mas diversa y mas mestiza en las nuevas alternativas que nos da la tecnología.

Por eso hemos comenzado este escrito hablando del poder de los medios de comunicación y de la revolución informática. La consideramos clave en estos momentos para la construcción de una nueva era de la civilización .

Los movimientos alternativos que ahora empiezan a surgir en muchos países –el movimiento 15M en Europa,  la presencia de las minorías y el  poder alcanzado por las mismas en muchos sitios-sirva como ejemplo el poder hispano en los Estados Unidos- están abriendo posibilidades nuevas en un momento donde solo el mercado había impuesto las reglas de juego.

Mas que de post-modernidad empezaríamos a hablar de post-desarrollo, un nuevo concepto integral donde tendrían cabida los temas políticos, económicos, culturales y sociales y no solo una concepción ideológica o de pensamiento. La crisis del modelo desarrollista y el enfoque hacia la alternativa ética y de creación de valores nuevos.

Los dirigentes y los políticos mundiales parecen desesperados ante su imposibilidad de encontrar alternativas a un sistema que se vuelve sobre sí mismo y se muestra incapaz de encontrar salidas a su propia crisis. Mejor  parece autodestruirse en su depredación y su perdida de sentido.

Parece llegado el momento en que hombres y mujeres de muchos sitios del planeta empecemos un proceso de reconversión humana que permita un horizonte mejor, tanto para la tierra como para nosotros mismos, dejando de lado antiguos vicios y odios como la guerra y la ambición desmesurada que destruye vidas  y destruye el mismo suelo en que nacimos.

Plantear la globalización y la crisis actual a la luz de la ética permite un cambio de marcha en la misma historia de la humanidad y abre el horizonte hacia un mundo nuevo donde podamos ser capaces de autogobernarnos  y de alcanzar mas allá de sistemas teológicos, de creencias religiosas o de mitos políticos una nueva terrenalidad basada en nuestra capacidad de encontrar salidas a nuestra propia condición.

Continuar  enfrentados unos y otros como individuos y como estados y continuar destruyendo el planeta como  lo estamos haciendo ahora enfrascados en ideologías obsoletas y absurdas no parece ser la manera de sobrevivir como especie y como individuo. Podemos empezar ahora y a la luz de lo que hemos creado nosotros mismos un cambio de marcha ético que inaugure una nueva era de tolerancia y equidad. Es un antiguo sueño teórico de la humanidad que podemos volver realidad, si queremos.

Desde luego no se trataría de un nuevo humanismo, los ismos nos han mantenido en sistemas cerrados o en parámetros ideológicos que no nos han permitido avanzar. Hablamos de una nueva visión de lo humano donde tengan cabida muchas ideas y concepciones que hasta ahora hemos dejado de lado, asfixiados por nuestro egocentrismo. La dinamicidad y plasticidad de un nuevo pensamiento y de una nueva praxis que conlleve una transformación de estructuras sería la manera de construir una ética para la globalización, mas allá de un esquema en el que solo ha primado la economía y los movimientos del mercado.

No resultará fácil desde luego. Nuestro egoísmo es tan antiguo como las civilizaciones que hemos construido a punta de guerras y de sangre.

La dinámica civilizada ha estado marcada por el odio sistemático entre civilizaciones y pueblos del mundo y aun ahora, pese a nuestro avance informático planetario nos estamos preparando permanentemente para una nueva guerra. Incluso una amenaza planetaria se cierne sobre la tierra y pensamos si algún loco paranoico que gobierne algún país del mundo no estaría dispuesto a hacer estallar la bomba atómica  o neutrónica, de nuevo.

No estamos seguros. Los hombres y mujeres que nos consideramos de paz vemos con preocupación el rearme y la lucha de egos en una Naciones Unidas que terminó siendo cortadora de fuego y solo logra retener, con dificultad, el fanatismo y el odio entre civilizaciones que parece ser el esquema que marque el siglo XXI.

Pensamos incluso que este nuevo siglo y el hecho de haber vivido las grandes guerras en el siglo XX, las carnicerías Europeas- mas de sesenta millones de muertos en la segunda guerra mundial- eran suficiente lección para construir la paz en el mundo. Pero los resultados no son los esperados y los sistemas mundiales de control y de dinero parece que no permiten civilizaciones pacíficas.

El nuevo orden mundial requerirá entonces de este aprendizaje  de la Etica. Las antiguas lecciones de los griegos, de los sabios orientales, de los pensadores Arabes y Marroquíes que han levantado siempre la voz contra la opresión y la injusticia y clamado por la necesidad de la convivencia, la tolerancia y la paz, no solo en esta región convulsa del planeta sino en el mundo entero, deberían ser escuchadas y estudiadas con profundidad.

Nuestras apreciaciones están también hechas desde la construcción de una ciudadanía planetaria y la idea de que ahora somos simplemente habitantes del planeta que debemos ponernos de acuerdo con ciudadanos de muchos países y construir entre todos redes de solidaridad y de confianza mutua.

Ya no podemos hablar de nacionalismos y de pequeños territorios cuando el planeta se ha abierto para todos y curiosamente los inmigrantes han abierto caminos para un intercambio planetario.

Los que confiamos en estos nuevos paradigmas hablamos también de un nuevo conocimiento, que como las redes informáticas, inunden el planeta de un nuevo espíritu civilizado que le pertenezca a todos por igual y no solo a los países que engendraron en el siglo V antes de esta era, una de las mas grandes reflexiones sobre lo que somos como individuos, como pueblos y como civilización:  los Griegos.

Estamos a la entrada de una nueva era, pero esta era no debe estar centrada ni en la posesión, ni el dinero, ni en la guerra, sino en la humanidad. En los seres humanos, autodenominados así, hombres y mujeres que a lo largo y ancho de los continentes, sean capaces de construir un nuevo paradigma civilizado. Obligados a entendernos nos acercamos al futuro con la confianza que dá el haber aprendido durante siglos que ni el odio ni la guerra conducen a nada, que los grandes imperios se han derrumbado con estrépito y que nada perdura sino es el amor entre los hombres. Un amor que no es solo sentimiento sino la plena convicción de que la paz es posible para todos y que consustancial al amor está la justicia, la extraña capacidad de redistribuir la riqueza del mundo, superando nuestro egoísmo y alcanzando un modelo  socio-político que se acerque mas a la equidad y que sepa respetar el inmenso potencial anímico que subyace en el corazón humano y que parecemos no ver, ciegos de poder y de rabia.

Estas lecciones aparentemente sencillas figuran en los textos de los hombres sabios y de bien que han pasado por este planeta y que han dejado  una herencia escrita que debe ser recuperada por las próximas generaciones para construir esta nueva aldea global de tolerancia, de paz y de justicia entre los seres humanos.

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*El autor es Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, Director de la ONGD ACULCO, Master en  Estudios Superiores Iberoamericanos de la UCM de Madrid, Diplomado en Estudios Amerindios de la UCM, Profesor Universitario, Colaborador del Centro de Migraciones y Racismo de la UCM, Escritor y Presidente de la Confederación de Asociaciones Iberoamericanas de España. Profesor Universitario de Etica en Bogotá –Colombia.

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