Los denominados países avanzados han entrado en crisis, sobre todo los Europeos. Y las decisiones para salir de tal situación pasan por recortes sociales de distinta magnitud. El denominado Estado de Bienestar se derrumba y solo queda de él algunos beneficios ganados en años de esfuerzo.

En el nuevo escenario, las migraciones mundiales los países se han ido reacomodando y topan con la estructura de mercado. Las grandes decisiones se toman en centros de poder y los capitales móviles crean y siembran el caos en economías tradicionales tocadas, ahora, por una ilógica depredación y ambiciones de ganancia rápida.

La crisis ajusta los presupuestos de la gente. España pasó de ser un país de abundancia a un país de necesidad, apretándose el cinturón  e intentando sobrevivir en la lucha con los mercados internos y externos que deciden lo que es bueno y malo para el mismo Estado Español.

Los gobiernos locales hacen esfuerzos por mantenerse y la población se ve asustada por la falta de un trabajo acorde a los intereses creados. En medio de este mapa, los migrantes son los colectivos más desfavorecidos. Mucha gente que llegó a Occidente con ánimo y ganas de cambiar su propia vida se encuentra con los obstáculos y la pregunta que surge es ¿hicimos bien en venir aquí?

Esta pregunta lleva también en no pocas ocasiones a valorar si el retorno al país de origen es una solución. Es una cuestión a responder y a meditar porque la decisión a tomar es tan importante como la que se tomó el día que decidieron migrar.

Aculco viene desarrollando programas de asistencia al retorno voluntario en 2016. Este programa, denominado Hogares II, está financiado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (IRPF).

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