Las políticas de retorno intentan paliar una situación de crisis que afecta a inmigrantes que no logran encontrar los ingresos mínimos vitales para llevar una vida digna en España.
El Estado del Bienestar se ve debilitado y la Unión Europea resulta precaria para mantenerse a flote. Pero ¿Si el centro se debilita qué pasará con la periferia?
¿Qué puede pasar ahora cuando los mismos bloques occidentales se debilitan y solo intentan sobrevivir en la red internacional del mercado?
El mundo se ha abierto y es casi imposible volver atrás. Los movimientos de capital también han permitido el movimiento del capital humano y miles de personas se lanzaron a la búsqueda de mejores condiciones de vida, escapando de regímenes corruptos y de la pobreza, -el problema del hambre y la inequidad siguen siendo la línea dominante en los denominados países en desarrollo-.
La situación no es fácil. Llegar a un país nuevo y verse obligado a regresar es un reto que ha de asumirse con la perspectiva de haber vivido una experiencia nueva.
Es la carga vital lo que ha de contar el devenir personal. Es obligación de las Administraciones Públicas desarrollar programas de desarrollo para los países emergentes y alentar proyectos que incidan en la mejora económica de los ciudadanos. Los retornos llevan un porcentaje alto de experiencia profesional que ha de aprovecharse.
Aculco viene desarrollando programas de asistencia al retorno voluntario en 2016. Este programa, denominado Hogares II, está financiado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (IRPF).

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