La crisis aumenta las diferencias sociales entre inmigrantes y autóctonos

 El informe “Impactos de la crisis sobre la población inmigrante en España” pone de manifiesto que el desempleo y la pobreza se han incrementado más rápidamente entre la población inmigrante.
 En 2010 más de la mitad de los asalariados extranjeros no llegaron a ingresar una cantidad equivalente al Salario Mínimo Interprofesional en cómputo anual.
 La crisis aumenta las posiciones defensivas o de rechazo hacia la inmigración: el porcentaje de quienes están de acuerdo con la expulsión del país de los inmigrantes en situación irregular pasa del 12 al 20 en cuatro años.
 Es necesario poner énfasis en los derechos de ciudadanías de esta franja e población, decidida a permanecer en el país, para evitar riesgos de fractura social.

Madrid, 31 de octubre de 2012. La Organización Internacional de Migraciones publica en
su página web: www.spain.iom.int el informe del Colectivo Ioé “Impactos de la crisis sobre la
población inmigrante en España”, que pone de manifiesto que las diferencias entre población
inmigrante y autóctona en cuanto a empleo, ingresos y protección social se han incrementado
desde el inicio de la crisis. El informe, elaborado a partir de una amplia variedad de fuentes
oficiales, también revela un deterioro del clima de la opinión pública con respecto a la
inmigración extranjera y el incremento de la preocupación entre entidades de solidaridad y de
colectivos inmigrantes.
Aumento desigual del desempleo y el subempleo
Entre 2008 y 2011 se perdieron 2,2 millones de empleos, pero mientras que un 11,5% de
asalariados autóctonos se quedaron sin trabajo, esta misma situación afectó al 15% de los
asalariados de América Latina y el resto de Europa y al 21% de los procedentes de África.
Como consecuencia de ello, la tasa de desempleo entre la población inmigrante (39,1%)
duplicaba la de los autóctonos (18,4%) en 2011. El ‘paro’ más elevado lo experimentan los
inmigrantes de África (49,3%), pero también resulta muy alto el del “resto de Europa” –no
comunitarios más rumanos y búlgaros– (32,8%), siendo los latinoamericanos el grupo
extracomunitario menos afectado (28,5%). En 2011, la media anual de desempleados era de
3,34 millones entre los autóctonos y de 1,27 entre inmigrados.
Los años de crisis han incrementado de forma exponencial el número de hogares con todos sus
miembros activos en paro, estadística a la que se sumaron más de 110.000 hogares de africanos
y latinoamericanos y más de 40.000 de europeos comunitarios y no comunitarios entre 2005 y
2011. Según Walter Actis, uno de los autores del informe, “estas cifras son especialmente
preocupantes para los hogares africanos, puesto que los afectados alcanzan el 28% del total,
muy por encima de los porcentajes del resto de inmigrados (11%) y de los autóctonos (8%).”
Con la crisis ha aumentado la proporción de empleo indefinido de baja calidad (discontinuo y a
jornada parcial) y el porcentaje de los que buscan otro empleo. En esta coyuntura se ha
ampliado la brecha entre inmigrantes y autóctonos que trabajan menos horas de las deseadas
(subempleo horario): el 24% de los no comunitarios frente al 11% de los autóctonos y los
nacidos en la UE-25.
Esta situación afecta especialmente a las mujeres: en 2011, por cada 100 personas asalariadas
que trabajaban a tiempo parcial porque no encontraban ocupación de jornada completa, 21,8
eran mujeres inmigradas frente a 11,8 autóctonas, cifras sensiblemente superiores a las
existentes entre los hombres (9,5% para los inmigrantes y 3,6% para los autóctonos).
El desempleo incide de forma intensa entre los jóvenes de ambos orígenes (49% los inmigrados,
46% los autóctonos). La mayor tasa de paro juvenil corresponde a los africanos (65%), seguidos
por europeos no comunitarios (48%), latinoamericanos (46%) y los nacidos en países de la
UE-25 (41%). Sin embargo, entre los trabajadores autóctonos existe una relación inversa entre
edad y desempleo: a mayor edad menor tasa de desocupación. En cambio, en el caso de la
población inmigrada una vez superados los 25 años la mayor edad no garantiza más protección
ante el paro.
La situación de la inmigración africana es particularmente grave pues casi la mitad de los
adultos y dos tercios de los jóvenes activos carecen de empleo.
Descenso abrupto del salario medio de los inmigrantes
La diferencia en el salario medio de españoles e inmigrantes se ha ampliado con la crisis. En
euros constantes, entre 2006 y 2010 el salario medio real de los españoles apenas se
incrementó (0,8%) mientras que el de los extranjeros disminuyó con fuerza (-10,6%). Como
resultado, en 2010 más de la mitad de los asalariados extranjeros no llegaron a ingresar una
cantidad equivalente al Salario Mínimo Interprofesional en cómputo anual.
Incremento de la tasa de pobreza y hundimiento de la cobertura de desempleo de la
población inmigrante
Otra consecuencia de la coyuntura económica es que la tasa de pobreza en los hogares
inmigrantes (31%) supera en 12 puntos la de la población autóctona menor de 65 años (19%).
Entre 2004 y 2009 aumentó el peso de la pobreza extrema (los que perciben por debajo de la
mitad de la línea de pobreza), pero la situación empeoró más para los hogares de inmigrantes
no comunitarios: el 10,8% de estos sufre pobreza extrema, frente al 6,7% de los encabezados
por personas autóctonas.
Estas situaciones están muy relacionadas con el hundimiento de la cobertura de los parados
extranjeros que en 2011 sólo alcanzó el 28%, frente al 68% de los españoles. Estas diferencias
se explican fundamentalmente por el mayor grado de irregularidad en el empleo y los períodos
más breves de cotización social en el caso de la población inmigrante.
AUMENTA EL RECHAZO A LA INMIGRACIÓN EXTRANJERA
El crecimiento de la inmigración y el auge de discursos de sospecha y prevención en los
primeros años del siglo y, a continuación, los efectos de la crisis económica han apuntalado un
incremento de las posiciones de resquemor, defensivas o de rechazo respecto a la población
inmigrante en España.
En la actualidad la opinión pública española estaría dividida en tres grupos de tamaño similar,
debido a una polarización entre una postura de rechazo (37%) y de tolerancia (33%) en
desmedro de los ambivalentes (30%). En los últimos años este grupo se ha reducido
rápidamente, además por sus posturas está más cercano a las tesis de rechazo que a las
tolerantes.
El desarrollo de la crisis está potenciando la imagen de la inmigración como un “excedente
indeseable” del que convendría deshacerse. Han aumentado quienes están de acuerdo con la
expulsión del país de los inmigrantes en situación irregular (del 12% en 2007 al 20% en 2010),
de quienes cometan delitos de cualquier índole (de 68% a 73%) e incluso de los inmigrantes que
lleven mucho tiempo desempleados (de 39% a 43%).
Sin embargo, el informe destaca las posiciones de las organizaciones de solidaridad que
destacan el carácter estructural y permanente de la presencia de un volumen muy importante
de población inmigrante. Los autores señalan que “es necesario abandonar la fantasía de que el
asunto se solucionará con la salida masiva de esta población. Por el contrario, es necesario
asumir su condición de ciudadanos y, en tanto que tales, atender las situaciones de precariedad
que les afectan especialmente”.

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